Es fácil confundirlas, pero cada una tiene su utilidad y peculiaridades en nuestra cocina.
Aunque pueda parecernos que son muy similares, las conservas y semiconservas son primas hermanas, cada una con sus particularidades. Lo que tienen en común es que las dos contienen alimentos envasados y que alargan su caducidad natural un poco más. Pero la forma de cocinarlos, de esterilizarlos e incluso el tipo de envase que las protege es diferente. También lo son sus usos y ventajas en nuestra cocina y los alimentos que se suelen conservar de cada manera. Os contamos un poco más sobre ellas y os damos algunos consejos para sus usos en la cocina.
Ya os hemos contado alguna vez que el responsable de que hoy podamos conservar la comida con los métodos que conocemos fue un confitero francés llamado Nicolas Appert. Al parecer, Napoleón ofreció una recompensa a quien fuese capaz de preservar alimentos y sus propiedades durante un tiempo. En aquella época muchas expediciones de marineros y de soldados morían a causa de la falta de vitaminas y minerales. No era raro morir de escorbuto por falta de Vitamina C o por infecciones derivadas de la descomposición natural de los alimentos o las bacterias que desarrollaban.
Después de muchos años de ensayo y error, Nicolas Appert dio con la fórmula. Era necesario cocinar los alimentos, introducirlos en un recipiente, sellar este y después hervirlos durante un tiempo. Así esterilizaba los alimentos de cada recipiente y conseguía alargar su vida. Lo de las bacterias que transmitían enfermedades y descomponían la comida no lo sabía, pero Louis Pasteur se encargaría de demostrarlo más tarde.
Ha llovido desde entonces y, para nuestra suerte, los métodos de conservación de los alimentos han evolucionado mucho. Las técnicas de siempre, como el ahumado, fermentado y encurtido o el secado (LINK A CONSERVAS SECADAS) no han impedido que métodos como el escabechado, confitado o congelado de alimentos se haya extendido y modernizado. El ser humano siempre ha buscado maneras de preservar los alimentos, ya sea para sobrellevar las etapas de escasez o para poder viajar con suministros. Hoy es una ventaja poder disponer de alimentos de temporada todo el año.
Si hablamos de las conservas, lo primero que en lo que nos fijaremos es en su proceso de conservación. Dependiendo de los alimentos que se vayan a conservar, se aplicará más o menos temperatura (LINK A POST TEMPERATURA) al recipiente al hervirlo. Por ejemplo, las carnes y pescados necesitan más temperatura. En todo caso, las conservas llevan siempre un líquido de gobierno y se esterilizan normalmente a más de 100º. Sus envases suelen ser frascos de vidrio o cristal y latas de acero u hojalata. Mientras se esterilicen, normalmente no suelen necesitar condiciones externas para permanecer comestibles, salvo los frascos transparentes, que no deben estar expuestos a la luz. Las latas de pescado o carne en conserva pueden tener una caducidad de entre 3 y 5 años de duración.
El caso de las semiconservas es diferente. Normalmente los productos que suelen estar semiconservados son los ahumados, como algunos tipos de jamón o el salmón, las huevas de pescado, y otros como las anchoas o las patas de pulpo. Ninguno pasa por un proceso de esterilización, sino que se estabilizan para que duren un tiempo determinado. De hecho, pueden estar crudos, en un almíbar o macerados en conservantes naturales. Sus envases muchas veces están hechos a partir de plásticos y suelen necesitar condiciones externas, como la refrigeración, que los mantiene frescos y lejos de la luz. Algunos de estos productos están precocinados y otros están listos para tomar, por eso es necesario leer siempre las instrucciones de cada fabricante, así como la manera de mantenerlos en buen estado. Su caducidad suele ser de entre tres meses y un año, más o menos.