Aunque los conocemos muy bien, muchas veces no sabemos la diferencia entre una mermelada, una confitura, una jalea o un chutney. Cada uno tiene sus texturas, sabores y ventajas a la hora de disfrutarlos y también cada uno tiene un país de origen y una tradición detrás. Hay métodos de conservación que el ser humano lleva poniendo en práctica desde hace milenios y la conservación con azúcar es uno de ellos. Antes incluso de que Nicolás Appert inventase la conservación al vacío, ya se conservaban frutas, verduras y frutos secos con azúcar para preservar sus propiedades durante el invierno o disfrutarlos durante más tiempo. ¿Queréis conocer algunas delicias internacionales? Aquí os las dejamos.
Además de la sal, el azúcar es otro de los mejores conservantes. Alrededor del mundo cada región tiene sus propias delicias dulces.
Las confituras, jaleas y mermeladas llevan siglos con nosotros. No está claro el momento en que se empezaron a elaborar, aunque se dice que ya en el Imperio Bizantino se intentaron preparar recetas de golosinas dulces y también los primeros intentos de hacer mermeladas y confituras. De este tipo de preparaciones se nutrió mucho la repostería árabe y también las de otros países. Pero los ingredientes y la manera de prepararlas no son iguales. Primero vamos a ver algunas de estas diferencias:
- Mermelada: tiene como mínimo la mitad de su peso en fruta muy troceada, de manera que el resultado es de textura suave y ligera y sabor dulce, pero no tanto como la confitura. A veces podemos encontrarla con trozos, pero la diferencia con la confitura nos la da el dulzor y la textura. Algunas mermeladas se elaboran con verduras que por su sabor y textura quedan muy bien con el azúcar. ¿Habéis probado la mermelada de tomate o la de pimiento rojo? Deliciosas.
- Confitura: lleva más cantidad de azúcar que la mermelada y se elabora con pulpa de la fruta y trozos de esta. Al final queda una textura más densa y con más dulzor, y también con trozos de las frutas que se usan en la elaboración.
- Jalea: la jalea es ligeramente distinta. Se trata de una preparación que incluye el zumo de la fruta y el azúcar, que después se gelifican. Dependiendo de la gelificación, puede ser más o menos sólida y es transparente porque lo que se usa es el zumo de la fruta.
- Compota: La fruta se cuece, pero con muy poca azúcar. A diferencia de otras recetas dulces, para la compota se requieren frutas muy carnosas como la manzana o la pera.
- Chutney: otra de nuestras preferidas. Aquí no solo se aprovechan los sabores dulces de la fruta, sino que se combinan frutas, verduras, azúcar y especias. Todo queda muy pochado y reducido, de manera que los sabores especiados son intensos. Esta combinación de sabores dulces y salados permite que los chutneys sean los perfectos acompañantes para platos principales salados.
En almíbar es otra forma de conservar las frutas durante mucho tiempo. Se meten en un tarro con un almíbar ligero recién hecho y después se cierran los tarros al vacío. Y además de todas estas preparaciones milenarias, aquí os dejamos algunos postres y conservas de otros países que están basados en alguna de ellas.
Los frutos secos confitados son una delicia que ya se empezó a elaborar en Francia más o menos en el siglo XIX y son también un clásico en Italia. En España y Portugal empezaron a hacerse famosas en el siglo XX. Normalmente se elaboran a base de castañas que se cuecen primero en agua y después en almíbar para después glasearlas con el azúcar sobrante del mismo almíbar.
En Filipinas un postre, y base de muchos postres, es el ube halaya, una especie de gelatina hecha a base de ñame morado. La palabra halaya proviene de la palabra española jalea.
El bocadillo veleño es un delicioso dulce de Colombia que se lleva preparando en Vélez, un municipio a unos 230km de Bogotá, desde 1610. Se cocina pulpa de guayaba muy madura con azúcar a fuego lento y el resultado es un dulce de textura bastante sólida, parecida al dulce de membrillo. Se suele acompañar con leche condensada.