En Fangst conocen la riqueza de las aguas del Norte de Europa y la tradición conservera nórdica. Han querido reivindicar la belleza de lo tradicional y de la comida sencilla y deliciosa.
En los mares del Norte de Europa hay especies como el espadín, el arenque o el salmón, pero también mejillones azules y berberechos. Como en otros países del viejo continente, las conservas de pescado también tuvieron mucho éxito en Dinamarca y había cientos de pequeñas conserveras regadas por toda su costa, pero perdieron fuelle después de la Revolución Industrial y el movimiento de personas del campo a la ciudad. Desde Fangst quieren reivindicar las delicias del mar que son típicas de su zona y también lo deliciosa que puede ser una lata para disfrutar en familia o con recetas fáciles para el día a día. Defienden que lo natural, lo sencillo y lo sabroso no están para nada reñidos, más bien al contrario.
“Fangst” es una palabra danesa y noruega que significa atrapar y define muy bien el espíritu de este proyecto que, aunque joven y pequeño, tiene objetivos muy grandes. Martin creció en una familia de biólogos marinos, pero decidió dedicarse a buscar maneras de aprovechar los recursos naturales para la gastronomía; Rasmus pasó por varias startups gastronómicas en las que se interesó después de tener una infancia enmarcada en los fiordos de Ise y Roskilde, donde hay muchos bancos de mejillones azules; Mikkel es un apasionado de la cocina nórdica, ha escrito varios libros sobre el tema y es quien ha ayudado a desarrollar las recetas de las latas de Fangst. Desde su pequeño obrador en Copenhague (Dinamarca) enlatan especies autóctonas con métodos sostenibles.
Fangst empezó como una pequeña tienda en el centro de Copenhague. Martin, Resmus y Mikkel entrevistaron a pequeños pescadores, científicos, empresarios, chefs y otras personas con mucho conocimiento sobre la sostenibilidad para poder aplicar estos criterios a la hora de sacar adelante su proyecto. Algunos de sus proveedores no cuentan ni siquiera con certificados de sostenibilidad porque son pequeños negocios de pesca local o de productos necesarios para sus recetas, pero cumplen con dos de los grandes objetivos de Fangst: respeto por la naturaleza y por la artesanía.
Ahora, además de su tienda en Copenhague, cuentan también con una tienda y bar en el puerto de Gudhjem, en la Isla de Bornholm: en pleno Mar Báltico. En ella ofrecen sus latas, algunas preparaciones a base de sus conservas y otras elaboraciones de pequeños productores de la zona. Su surtido de productos va creciendo poco a poco, sin prisa y siempre con el afán de reivindicar la cocina tradicional nórdica y el modo de vida escandinavo.
Además de productos típicamente nórdicos como el salmón de las Islas Feroe, los berberechos o los mejillones azules, empezaron a envasar espadín. El espadín es un pez de la familia de los arenques y las sardinas, pero no tan popular. Le pasa como a la anchoa en España a principios del siglo XX. En Fangst han querido reivindicar este pescado que se utiliza normalmente para alimentar a otros animales, pero que tiene por sí mismo un aporte proteico y un sabor delicioso que merece nuestra atención. Pronto empezarán también a desarrollar recetas con productos del mar atrapados por pesca accidental: aquellos que se devuelven al mar cuando lo que se pretendía pescar era otra especie de mayor valor. Por ejemplo, algunas variedades de calamar nórdico que se desechan en la pesca de arenques y caballas.
Tanto en su web como en sus redes sociales podemos inspirarnos para preparar recetas típicas de Escandinavia en casa. La sencillez de las materias primas naturales es uno de los pilares de sus latas, pero también de las recetas de cocina de familia que desarrollan con ellas. Tostada de espadín con col rizada y manzana, pan tostado con mejillones azules ahumados y coliflor asada, crackers danesas con berberechos y cebolla encurtida… Sabores nórdicos con los mejores ingredientes naturales.