Una tradición de la huerta que se remonta atrás en el tiempo y en el terreno
Ya os hemos hablado alguna vez de conserveras de la Isla de Sicilia, ese rincón del mundo que ha tenido tantas influencias históricas, por el que tantos pasaron y dejaron su huella…pero que, a su vez, también tanto influyó en otras culturas, como la nuestra. Sicilia es una tierra de contrastes y mezclas inesperadas en su cocina. Y esto es un hecho que se traduce también en sus conservas. Hoy os vamos a hablar de una familia que decidió dedicarse por entero a un ingrediente que en Italia es indispensable: los tomates.
Si lo pensamos, el tomate no es un alimento que lleve tanto tiempo con nosotros en esta parte del mundo. No llegó a Occidente hasta que Colón arribó en las costas del continente americano y trajo consigo ese y otros michos hallazgos culinarios. Es sorprendente cómo el tomate, en lugares como Italia se ha convertido en “L’oro rosso”, el oro rojo, aunque no es para menos. En cualquiera de sus variantes es un ingrediente esencial que hoy no puede faltar en muchas de las recetas más emblemáticas de la cocina mediterránea, pero más concretamente de la italiana.
En Sicilia, además, crecen muchas variedades de tomates y tienen un clima insular típicamente mediterráneo perfecto para su cultivo. De ahí que muchas familias empezasen a sembrarlo para consumo propio, para venderlo o para elaborarlo en conservas. Esto lo supieron ver bien desde la familia Morana. En una región costera al sur de Sicilia está Scicli, un pueblo que mira al mar, pero también hacia la tierra fértil que le provee de frutas, verduras y hortalizas.
Hace tres generaciones que, en la Hacienda Ortobarocco, la familia empezó a comercializar diversos productos hechos a base de diferentes variedades de tomates. Giuseppe, que pertenece a la tercera generación de los Morana, empezó a trabajar de forma activa en la finca con 17 años y también a tomar decisiones sobre el negocio familiar. Aprendió de sus padres y sus abuelos todo lo que había que saber sobre el suelo, sobre los procesos y las recetas familiares y después el proyecto quedó en sus manos.
Con toda esa experiencia y todo el conocimiento adquirido con los años, Giuseppe Morana decidió dar un giro a la empresa en 2007 y desafiar al mercado del momento. Sus productos basados en tomate no tendrían aditivos, colorantes ni conservantes, por un lado, para ofrecer a sus clientes calidad, sabor y productos saludables y transparentes. Pero, por otro, decidió mirar al pasado para recoger todas esas viejas recetas artesanales de la región y los métodos ancestrales para prepararlas en sus instalaciones.
Sus salsas de tomate clásicas, las mermeladas de tomate, el tomate seco estilo capuliato, los patés, los tomates verdes en escabeche… todas estas delicias envasadas se elaboraban teniendo en cuenta los métodos artesanales de siempre y sin aditivos artificiales. Menuda apuesta por su tierra, su producto y sus raíces. Sus productos gustan tanto, que han recibido varios premios en Italia por su calidad y su sabor. A veces, mirar atrás, a lo que nos transmitieron con tanto cariño nuestros antepasados, es la mejor manera de honrarlos y de llegar al corazón, y el paladar, de las personas más exigentes. ¿Habíais probado alguna de las recetas de tomate que elaboran en Casa Morana?