Más de 35 años y más de 350 productos con el objetivo de cambiar el futuro a través de la comida que ponemos en la mesa.
¿Qué pasa cuando un hippie que vivió en una comuna montada por John Lennon conoce a una apasionada del estilo de vida sostenible y saludable? Pues que nacen marcas tan bonitas y especiales como Biona. Lo que empezó como un pequeño negocio, hoy es una tienda internacional que surte a 30 países con comida orgánica basada en plantas. ¿Queréis conocer un poco más sobre la historia de este proyecto? Seguid leyendo, que os contamos.
Noel aprendió a cultivar materias primas orgánicas a lo largo de sus años de juventud. Primero se mudó a vivir a una comuna en la costa oeste de Irlanda, de la que en aquel entonces era dueño John Lennon. Más tarde vivió en Hill Farm, una granja en la que aprendió los beneficios de la autosuficiencia: a sobrevivir con lo que da la tierra. Por eso conoce de primera mano la importancia de cuidar el suelo, no usar pesticidas artificiales y utilizar semillas de la mejor calidad para los cultivos.
En Hill Farm aprendió también el negocio de la venta de los vegetales que cultivaban en la granja, tras lo que se mudó a Londres. Allí consiguió recaudar fondos y abrir en 1978 su tienda Windmill Wholefoods, en Fulham Road. Empezaron vendiendo granola casera (cereales orgánicos para el desayuno) y productos naturales, pero dos años después la tienda se transformó en uno de los primeros restaurantes vegetarianos de Londres.
Poco después, Noel conoció a Donata, una reflexóloga apasionada de la sostenibilidad y la salud a través de la comida. Juntos comenzaron un proyecto aún más grande: Biona Organic. Más de 35 años después, su misión sigue siendo la de transformar el planeta en el que vivimos a través de lo más sencillo: la comida que ponemos cada día en la mesa. Y es que, aunque parezca algo sencillo, la manera que tenemos de comer y los productos que elegimos pueden tener un impacto en el tipo de sociedad en la que queremos vivir.
Hoy, Noel y Donata siguen al pie del cañón encargándose de la gestión de Biona y de asegurarse de que todos los alimentos que forman parte del catálogo sigan siendo orgánicos y de la mejor calidad. Tal y como lo aprendió Noel en su juventud. Pero no están solos, los acompañan sus hijas Amy y Elisa. El futuro se presenta muy interesante con, además de la fábrica propia que ya tenían, unas oficinas de comida experimental a través de energías renovables y el compromiso de crear sinergias con otras compañías que apuestan por la comida ecológica, sabrosa y buena para el planeta.
Al ser un proyecto familiar, desde Biona cuidan a cada persona detrás del proceso de producción tanto como a los vegetales y materias primas con las que se elabora cada frasco. Buscan sin descanso alternativas al embalaje plástico y tienen una política que tiende al residuo cero de comida y embalajes. El 93% de sus envoltorios son reciclables. Además, todos los ingredientes de sus productos tiene un 100% de trazabilidad, por lo que sabemos de dónde vienen y quién los ha producido. Nos encanta que haya cada vez más proyectos comprometidos con la comida deliciosa y con el bienestar de las personas y el planeta.