
Desde 1952 enlatando lo mejor del Cantábrico para que llegue a nuestra mesa

¿Sabíais que los pescados, igual que las frutas y verduras, también tienen temporada? Os lo hemos contado alguna vez, pero nunca está de más recordarlo. Los buenos pescadores y conserveras lo saben y solo capturan los mejores ejemplares, los que están en su momento óptimo de maduración, para elaborar sus delicias. Así se aseguran contar siempre con la mejor materia prima y con las mejores cualidades. La conservera que os traemos hoy lleva toda la esencia del Mar Cantábrico en cada una de sus latas. ¿Os quedáis a conocer más?

Esta historia empieza con un evento triste. Y es que Miguel Ángel Leonardo solo tenía 16 años cuando empezó a hacerse cargo de la fábrica que su padre le dejó al morir de manera inesperada. Fundó, así, la primera fábrica a orillas del mar en la localidad pesquera de Laredo (Cantabria) en el año 1952. Con mucho trabajo, pasión y esfuerzo, el negocio familiar empezó a ser más conocido y a prosperar.

Como sabéis, el norte de España tiene una larguísima tradición pesquera y conservera y no es tan fácil diferenciarse del resto de negocios de la zona. Pero Miguel Ángel tuvo claro desde el principio cómo quería que fuese el proyecto familiar. Desde el principio, estableció como norma respetar la temporada de la anchoa cantábrica, con ejemplares que están en su mejor momento durante el mes de abril.

Encontrarse en uno de los puertos pesqueros más importantes de la zona ayuda a poder seleccionar los mejores ejemplares en la lonja y asegurarse de que tienen la calidad deseada, claro. Pero tener una plantilla experta en las técnicas más artesanales que elabora cada ejemplar uno a uno, es clave. Eso, y curar sus anchoas durante 12 meses para que tengan el sabor y las cualidades que las hacen así de deliciosas. Y, si algo tenía claro Miguel Ángel, es que quería pasar toda esta pasión y amor por el trabajo bien hecho a la siguiente generación de la familia Leonardo.

Sus dos hijos, Alberto y Eric, crecieron rodeados de tesoros del Cantábrico y aprendieron a amar el negocio de su padre. Igual que crecieron ellos, creció también el negocio, que pasó de ser una fábrica sencilla a las grandes instalaciones de Anchoas Leonardo desde el año 2001. Tras 70 años dedicándose por entero al negocio, Miguel Ángel les pasó el testigo a sus dos hijos, que hoy continúan con su legado. Este proyecto familiar cántabro es sinónimo de calidad y de trabajo bien hecho 100% artesano.

Su gama de tesoros del cantábrico incluye sus deliciosas anchoas en diferentes formatos para todos los gustos. Las tienen en aceite de oliva, en aceite de girasol e, incluso, hasta con fragmentos de oro, como homenaje al oro del cantábrico que son estos pescados. Pero, para quienes nos apasionan los boquerones, también los tienen en vinagre. Y, para quienes ven en las latas un fetiche irresistible por su contenido, pero también por su continente, las colecciones de Costa Esmeralda y Salazón son perfectas para coleccionistas. ¿Cuál es vuestra receta favorita a la que añadirle anchoas?